Alejado
de los reflectores y los sets cinematográficos, por los que profesó una
intensa pasión, Fernando Casanova, pilar de la actuación de la Época de
Oro del cine mexicano, murió el viernes a los 89 años, a las 09:40
horas, en el Hospital Santa Helena, por complicaciones en el sistema
respiratorio, a causa del cáncer de próstata que padecía desde hace ocho
años.
En entrevista telefónica con Crónica su hijo, Fernando
Gutiérrez, indicó que Fernando Gutiérrez López, su nombre verdadero,
recibió el último adiós en la Capilla
1 de Gayosso de Félix Cuevas y sus
restos reposarán en el Panteón Español, en una cripta familiar, que ya
ocupan los papás del actor, esto, cumpliendo su última voluntad.
En
la agencia funeraria, también estuvieron presentes, además de los
amigos de Casanova, sus dos hijas, Adriana y Ligia Gutiérrez, y quien
fuera su compañera de vida, la señora María Gunariz, con quien se había
casado por la iglesia, apenas en el 2009.
Fernando Gutiérrez
López nació en Guadalajara, Jalisco, el 24 de noviembre de 1922, en su
adolescencia tuvo el sueño de ser un gran torero, por lo que abandonó
sus estudios para convertirse en novillero, sin embargo, tras cinco años
de participar en corridas, en plazas de provincia, dejó esta profesión.
En
1946 descubrió la actuación, que se convertiría en su gran pasión, al
participar con papeles secundarios en cintas clásicas como: La vida
íntima de Marco Antonio y Cleopatra (1946), La diosa arrodillada (1947),
Juan Charrasqueado (1947), Si Adelita se fuera con otro (1948), La
malquerida (1949), ¡Puerta joven! (1949), Él (1952), El mártir del
calvario (1952) y Piel canela (1953).
Su primera oportunidad como
estelar se la da el productor Raúl de Anda, quien junto con Alfonso
Rosas Priego lo lanzan al estrellato con la cinta El águila negra
(1953); debido al éxito del personaje, el productor planeó una serie de
cintas con el rol como eje central: El águila negra en el tesoro de la
muerte (1954) y El vengador solitario (1954), con Eulalio González
Piporro como su fiel acompañante.
En 1956 llegaría El águila
negra en la ley de lo fuertes, El águila negra contra los enmascarados
de la muerte y El águila negra contra los diablos de la pradera, en
estas tres últimas, con Fernando Soto Mantequilla como compañero de
aventuras.
Esa intensa dedicación al celuloide lo llevó, en el
siglo XXI, con 178 filmes en su carrera —siendo el último, el video-home
La estampa del escorpión (2007)—, a tener el honor de ingresar al libro
de récords Guinness, por ser el actor con más papeles estelares de la
historia.
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